El anciano al fin respondió: «Cuando llegó la energía a nuestro pueblo, no siento que hayamos mejorado. Ya no nos reunimos a charlar por la noche. Ya no nos contamos y escuchamos nuestras historias entre familiares y amigos. Nuestros jóvenes ahora se quedan más tarde solo a jugar billar y a tomar más cerveza». Era una noche fresca, con el cielo estrellado, en un pueblo de la costa del Pacífico colombiano. Pero el lamento se podría haber escuchado en cualquier otro lugar ubicado en una zona no interconectada de Colombia.

Hace siete años estábamos estructurando proyectos para suministrar energía a cinco municipios no interconectados al sistema eléctrico nacional. Cuando me acuerdo de la queja sincera del residente de este pueblo, me pregunto si hoy podría convencerlo de que la energía podría mejorar un poco el bienestar de él y el de sus paisanos. También me cuestiono si hoy pudiese argumentarle que los beneficios que le traería la energía serían mayores a los perjuicios que esta conlleva. Hoy se dificulta defender el uso de la energía. Sus desventajas tienen mayor difusión en los medios de comunicación tradicionales y en las redes sociales. Hablar de los beneficios de la energía no es políticamente correcto, mientras que exponer solo sus falencias si es bien visto. De todas formas, intentaré responderle al viejo de este pueblo y a mí mismo, intentando recordar los antiguos y olvidados beneficios de la energía.

La primera fuente de energía que la humanidad utilizó fue la alimentación [1]. Le servía para mantener el cuerpo funcionando y caliente. Esto no ha cambiado mucho y hoy un ser humano requiere de entre 1.500 y 2.500 kilocalorías diarias, dependiendo de la actividad de la persona, la edad y otros factores. Si asumimos un consumo promedio de 2.000 kilocalorías diarias, una persona saludable requerirá de 730.000 kilocalorías anuales en alimentos. Este valor es aproximadamente equivalente a 3 Giga julios (GJ) de energía anual. Sin embargo, la humanidad siempre intentó aprovechar fuentes de energía adicionales, además de los alimentos, para mejorar su bienestar.

Una de las fuentes iniciales de energía que utilizó la humanidad fue la leña, o como se dice ahora la biomasa. Su uso principal era para cocinar, pero también para calentar el ambiente y para iluminar la noche. Aún hoy, en muchas regiones rurales del mundo y de Colombia, el uso de la energía para cocinar los alimentos representa la principal demanda de energía.

Hace 10.000 años antes de Cristo, se introdujo la agricultura. Desde esa época la humanidad se esforzó por buscar nuevas fuentes de energía que le permitieran ser más eficientes en las labores agrícolas, en el procesamiento de sus productos y en su transporte. Algunas nuevas fuentes de energía que utilizó la humanidad fueron los animales de tiro, la energía hidráulica (los molinos de agua) y la energía eólica (los molinos de viento, las velas de las naves). Sin embargo, hasta el año 1900 la principal fuente de energía seguía siendo la leña.

La Revolución Agrícola indujo a que se desarrollaran concentraciones de habitantes en varios centros poblados. El creciente suministro de leña para estos habitantes hizo que disminuyera el inventario de bosques cercanos. Por ello, se hizo necesario buscar otra fuente de energía para reemplazar la leña escasa y esta nueva fuente fue el carbón. Con el tiempo, el carbón superficial fácilmente asequible también se consumió. La alternativa para compensar esta disminución fue extraer el carbón desde el subsuelo. Cuando se empezó a producir en minas de carbón a mayor profundidad, estas se inundaban con agua, haciendo imposible su operación. En estos momentos se inventaron las bombas para extraer el agua de las minas profundas y la energía requerida para moverlas se obtuvo con las máquinas de vapor recién inventadas. Con la utilización de las máquinas de vapor, alrededor de 1750 en Inglaterra, se inició la Revolución Industrial. El carbón y luego el petróleo eran las fuentes de energía que alimentaban las calderas de las máquinas de vapor. Las máquinas de vapor permitieron hacer más productivos muchos procesos industriales y nuevos medios de transportes como los ferrocarriles y los barcos de vapor. Alrededor de 1900 aparecieron dos grandes avances: la electricidad, la cual permitía el transporte de energía eficientemente a grandes distancias y el automóvil, el cual permitía el transporte de manera más flexible. Estos dos desarrollos permitieron e indujeron un aumento apreciable en la demanda de energía. En los próximos años se proyecta una tendencia al mayor uso de las antiguas fuentes de energía que intentó aprovechar la humanidad, como son las energía hidráulica, eólica, biomasa y la nueva energía fotovoltaica, las cuales utilizan nuevos desarrollos tecnológicos para su transformación y aprovechamiento. Estas energías denominadas renovables, intentan suplir las necesidades de la humanidad sin incurrir en las emisiones de los combustibles fósiles que tienen impacto en el cambio climático.

El consumo de energía anual promedio por persona (per cápita) en el mundo es muy diferente por países. En algunos países de África este valor es de 10 GJ, mientras que en los países desarrollados está cercano a 220 GJ. Como referencia, recuerde que el consumo típico de alimentación de una persona saludable es 3 GJ.

La disponibilidad de energía es un factor crítico para el desarrollo y el bienestar humano:

  1. La energía es necesaria para el suministro suficiente de alimentos y la preparación saludable de los mismos.
  2. La energía es importante para la climatización de los hogares.
  3. La energía es requerida para la iluminación de los entornos.
  4. La energía es un requerimiento para otras precondiciones del desarrollo, como el suministro de agua potable, el cuidado de la salud y la educación.
  5. Hay una relación entre la expectativa de vida y el consumo de energía per cápita de un país. Cuando el consumo de energía primaria anual per cápita está por debajo de 50 GJ la expectativa de vida promedio está entre 50 y 60 años. Mientras que cuando el consumo es superior a 150 GJ, la expectativa de vida supera los 80 años.
  6. La mortalidad infantil está entre 120 y 40 niños por cada 1.000 nacidos, cuando el consumo está por debajo de 50 GJ. Por otro lado, la mortalidad infantil es menor a 5 si el consumo energético es superior a 150 GJ.
  7. El analfabetismo está entre 60% y 30% de la población adulta cuando el consumo de energía es inferior a 50 GJ y casi cero cuando el consumo de energía es mayor a 150 GJ.

En general hay una relación directa entre el consumo de energía primaria anual per cápita de los países y su Producto Interno Bruto (PIB). Se presentan algunas desviaciones en esta relación por dos razones: hay sectores de servicios que producen un alto PIB y no consumen mucha energía primaria y hay economías que han concebido y ejecutado importantes estrategias de eficiencia energética.

En resumen, yo le diría a mi amigo, el anciano de esta historia, que la energía sí sirve para mejorar las condiciones de vida de él y sus paisanos. Que sí vale la pena mejorar las diferentes fuentes de suministro de energía de que disponen en el pueblo. Que estas fuentes se deberían manejar de manera integral y en forma muy racional. Los beneficios para él y las próximas generaciones serán superiores a las posibles dificultades que se presentarán y que con seguridad se podrán solucionar.

[1] Kornelis Blok, Evert Nieuwlaar: «Introduction to Energy Analysis». 3rd Edition. 2021. ISBN 9780367434816. 380 Pages. Routledge. https://www.routledge.com/Introduction-to-Energy-Analysis/Blok-Nieuwlaar/p/book/9780367434816