A partir del primer día de este milenio (01/01/2000), los usuarios que consumen en promedio 75 kW de potencia o más, y que han aplicado la digitalización a su sistema de medida, pueden comprar energía eléctrica desde el Sistema Interconectado Nacional (SIN), bajo la modalidad de precio horario de la energía en bolsa. Este gran avance, según el regulador, motivaría a los usuarios finales del sistema eléctrico a comprar energía bajo esta modalidad y a cambiar sus hábitos de consumo.

Han pasado 23 años y la meta de convencer a los usuarios finales para que compren energía eléctrica bajo la modalidad de precio horario en bolsa, no se ha hecho realidad. Mucho menos se ha logrado que los usuarios modifiquen sus hábitos de consumo.

Este resultado cobra actualidad en estos días por tres razones: la primera es que actualmente el Gobierno Nacional explora diferentes opciones para disminuir los valores de la factura de energía de los usuarios finales. La segunda, es que existe un gran esfuerzo de la industria para digitalizar la medición de los consumos de energía mediante la instalación de Infraestructura de Medidores Inteligentes (AMI). Y la tercera, es que la Transición Energética se fundamenta en tres pilares: DigitalizaciónEficiencia y Renovables. En ese orden. Por eso, vale la pena evaluar el impacto real que han tenido los 23 años de digitalización de estos grandes consumidores de energía, con el fin de establecer una mejor ruta para la futura Transición Energética, basada en esta experiencia.

Las causas para que no se hayan logrado los objetivos esperados, no son restricciones tecnológicas. Creo que tampoco son valoraciones económicas y mucho menos son impedimentos regulatorios. Considero que este “aparente comportamiento irracional generalizado” sólo se puede explicar por motivaciones sicológicas, por hábitos relacionados con la incertidumbre y por el manejo de riesgo a corto plazo. Si no se superan estas motivaciones o hábitos, muchas de las esperanzas de las iniciativas que actualmente se adelantan con los programas de la Transición Energética no se harán realidad.

¿En qué se basaba la expectativa de que los usuarios fueran a cambiar la modalidad de compra de energía y sus hábitos de consumo? ¡En la curva del pato!

Hay una curva del pato para la demanda de energía eléctrica a nivel nacional. Idealmente, por la ley de la oferta y la demanda, esta debería conducir a una curva del pato para los precios de energía en bolsa. Se supone que, en un periodo de tiempo específico, debería existir una relación lineal entre la demanda y el precio. Según la teoría, a mayor demanda, mayor precio.

En la Figura 1 se muestra la Curva del pato para la demanda de energía nacional.

Figura 1. Curva del pato para la demanda de energía nacional.

Sobre la curva de demanda de energía de la Figura 1 vale la pena comentar lo siguiente:

  1. Los hábitos de consumo diarios del país se han mantenido similares a través de los años.
  2. El pico de demanda de energía nacional se presenta a las 8 de la noche (H20).
  3. El valle de demanda de energía nacional se presenta a las 4 de la madrugada (H04).
  4. La demanda ha crecido anualmente con excepción del año 2020 que disminuyó, debido a las cuarentenas del COVID.
  5. La demanda hasta la fecha de 2023 es casi la misma que la de 2022. La mínima está cerca a 6,5 GWh/hora y la máxima es un 40% más alta, casi 9 GWh/hora.

En la Figura 2 se muestra la Curva del pato para el precio horario de energía en bolsa.

Figura 2. Curva del pato para el precio horario de energía en bolsa desde 2015 hasta 2023.

En la Figura 2 no se ve tan clara “la curva del pato” por la amplia variación en los precios promedio de los últimos 9 años. En la Figura 3 se muestra más claro este patrón de comportamiento para los dos años con los mayores precios de energía: 2015 y 2023.

Figura 3. Curva del pato para el precio horario de energía en bolsa de 2015 y 2023.

Sobre la curva de precios de energía de las Figuras 2 y 3 resaltamos lo siguiente:

  1. Durante el día se pueden presentar diferencias de precios horarios cercanos al 40%.
  2. Los precios de 2015 cercanos a 400 COP/kWh, cayeron a 320 en 2016, y luego a 100 COP/kWh en 2017 y 2018.

En la Figura 4 se muestra la relación entre las demandas horarias promedios anuales y los precios horarios promedios anuales. Se observa que para todos los 9 años se presenta una relación lineal y se confirma la teoría de la oferta y la demanda.

Figura 4. Relación lineal entre la demanda de energía horaria y el precio horario de energía en bolsa, desde 2015 hasta 2023.

Los coeficientes anuales de la relación lineal, intercepto y pendiente, dependen de muchos factores. Dentro de estos se incluyen el clima, especialmente los fenómenos de El Niño y La Niña, la devaluación del peso y otros.

Si un usuario compra energía bajo la modalidad de precio horario de bolsa, podría modificar favorablemente su patrón de consumo horario. Podría desplazar parte de su consumo de energía de las horas de mayores precios a horas de menores precios. Si son muchos los grandes consumidores que actúan de esta manera, la demanda de todo el país se podría “aplanar” un poco. Esto tendría como resultado, que no existiría una “curva del pato”; pero también disminuirían los precios, las perdidas, los cargos de transmisión nacional y regional. Creo que una de las principales razones para la digitalización de la medición de consumo de energía era esa: cambiar nuestros patrones de consumo para disminuir nuestra factura de energía.

En meses recientes me han compartido interesantes proyectos de digitalización de fábricas, donde se hacen mediciones que muestran sus demandas de energía en unos hermosos tableros de instrumentos (Dashboards) almacenados en la nube. Cuando pregunto ¿cómo son sus contratos de compra de energía?, me contestan que no los conocen en detalle. En otras ocasiones me indican que compran la energía bajo la modalidad de precio fijo. Y en unas pocas oportunidades me cuentan que compran energía bajo la modalidad de precio de bolsa promedio mensual. Es decir, el precio es fijo para todas las horas del mes y cambia mensualmente con el precio de bolsa. Es muy raro el usuario que compra con la modalidad de precio horario de energía en bolsa, pero aún más raro que un usuario cambie su patrón de consumo con base en estos precios horarios.

¿Cuáles pueden ser las razones para que no se aproveche este privilegio de la digitalización que está vigente desde hace 23 años?

  1. La principal razón es sicológica. Según (Kahneman, 2013) nos gusta tener seguridad con las ganancias y correr riesgos con las pérdidas. Al aplicarlo a la compra de energía, que siempre es un egreso, nos gustaría contar con un valor máximo a pagar fijo y un valor mínimo de ahorro incierto o variable. Organizacionalmente casi siempre se recibe una llamada de atención si el presupuesto que se tenía estimado para la compra de energía se supera. Pero casi nunca se recibe una felicitación si el valor que se paga por la factura de energía es menor al presupuestado.

Veamos un ejemplo de esta asimetría, tomando como referencia los valores reales de la Figura 2. Supongamos que en 2016 firmamos un contrato a 7 años para la compra de energía, con la modalidad de precio horario de bolsa. Presupuestamos los valores del componente de generación del contrato con base en los precios de bolsa de ese año, que están alrededor de 300 COP/kWh.  En los años 2017 y 2018 los precios de energía en bolsa promedio estuvieron alrededor de 100 COP/kWh. Esto pasa desapercibido. No es noticia en la organización, a pesar de que el precio del componente de generación es un tercio del presupuestado. En los años 2019, 2020 y 2022 los precios estuvieron en los niveles cercanos a 250 COP/kWh, aún por debajo del presupuesto. En 2021 los precios estuvieron en la mitad del presupuesto, 150 COP/kWh. Durante estos 4 años, no se generó ninguna noticia. Pero en 2023 los precios pasaron a niveles 25% por encima del presupuesto. Esto crea una declaración de emergencia y noticias en los medios con el fin de tomar acciones correctivas. (Kahneman, 2013) , en la página 443 comenta que “en el corto plazo, la reacción típica a las malas noticias es el aumento a la aversión a las pérdidas”.

  1. Como hemos visto previamente, las posibilidades de obtener precios variables de energía, mejores que los precios fijos ofrecidos por los Comercializadores, se obtienen cuando se formalizan contratos a largo plazo, 5, 6 o 7 años.
  2. Por último, hay un punto que consideramos más importante que los anteriores. La aplicación de la digitalización al seguimiento horario de la cantidad y el precio de la energía consumida les permite a los responsables de la operación de la fábrica, una gestión activa y oportuna sobre la eficiencia del sistema.

Si compramos energía con un precio que es el mismo durante todas las horas del mes, no tiene ningún sentido cambiar los hábitos de consumo; se pierde la razón primaria de haber digitalizado la medición y se habrá desperdiciado esta oportunidad que nos ofreció la regulación desde el primer día de este milenio.

 

Referencias

Kahneman, D. (2013). Pensar rápido, pensar despacio. Bogotá: Random House Mondadori.